
En los últimos meses, preocupados, por poner solución a los continuos accidentes de tránsito en todo el país, el Gobierno puso en marcha el llamado 'Plan Tolerencia 0'. Independientemente de sus resultados, quiero rescatar en esta nota la importancia que tiene la referida cifra.
A mediados del último año del siglo pasado (El Peruano, 17.6.99) nos preguntábamos qué íbamos a celebrar la noche del 31 de diciembre de ese mismo año: la llegada del año 2000 o el ingreso al nuevo milenio. El dilema se resolvió en forma salomónica: casi todo el planeta se preparó para celebrar ambos acontecimientos, con la mayor pompa y fastuosidad posibles. Nos preguntábamos entonces si el siguiente año se volvería a repetir la celebración. Y seguíamos en la luna.
En nuestro concepto todo se debía a la confusión inicial, cuando se aceptó sin problemas la numeración decimal teniendo como primer dígito el número 1 y considerando sólo a los números que ‘cuentan’. Se les antecede el 0, pero éste sin ningún valor; es decir, sin considerársele como el primero de los dígitos. Esta propuesta de los antiguos matemáticos se aceptó a rajatabla, y nadie, hasta hoy, se atreve a enmendar la plana, porque traería más complicaciones que las generadas por el Problema Informático que se presentó al inicio de nuestro siglo. Expliquémonos mejor.
Cuando estudiábamos en la universidad, alimentándonos con sopa de letras, tuvimos oportunidad de polemizar con un destacado ingeniero, que navegaba en un mar de números. El tema fue la importancia del número 0, el cual, en nuestro concepto, debía ser el primer número de la escala matemática, y no el 1. Nunca nos pusimos de acuerdo, pero hoy insistimos.
A nosotros nos enseñaron a contar 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9… y 0. Sin embargo, después nos dimos con que cuando ‘contábamos’ en forma regresiva, como hace la NASA cuando lanza sus naves al espacio, decíamos: 5, 4, 3, 2, 1… 0, y recién entonces se empieza a actuar. Si el 1 es el primer número, ¿por qué se llega a 0 en estos casos?
(Además, si ‘no vale nada’ por qué decimos ‘empezar de cero’, por decir de la nada, desde un principio. ¿Por qué no decimos, para estar de acuerdo las normas matemáticas, ‘empezar de 1’?)
Y como el 0 no vale nada, ni sirve para contar, cuando se tuvo que enumerar los años de vida, y por consiguiente los siglos que transcurrían, se le ignoró olímpicamente. Y el asunto, ahora, se nos ha hecho un sancochado al que nadie se atreve a hacerle frente. Y se nos hace un mundo explicárselos a nuestros hijos. Continuemos, a ver si nos dejamos entender.
Nuestro calendario se inicia con el nacimiento de Cristo. Bien. Desde ese año hasta el 99 ó 100 (¿ por qué no 00?) transcurrió el primer siglo de nuestra era. Pero no se dice que es el siglo 0. A esta primera centuria se le denomina siglo I. (Ojo: al 0 se le llama uno, pero en romanos.)
A los años que van del 100 (o 101) hasta el 199 (ó 200, hasta su último milésimo de segundo) se le denomina siglo II. Y seguimos así hasta hoy. Lo que lleva a preguntarnos, sin hallar explicación satisfactoria, por qué llamar uno a lo que es 0; dos a lo que es 1; veinte a lo que es 19, y veintiuno a lo que es 20. La trampa, o supuesto error matemático, se oculta en la numeración con dígitos romanos.
En el caso actual, contando como se hace, en el siglo pasado estuvimos viviendo efectivamente el vigésimo siglo y lo denominados siglo XX. Pero era para referirse a los años 1900, es decir, llamamos veinte a lo que es 19. Así como llamamos quince (o XV) a los años 1400. Tamaño despropósito. Todo por seguir ignorando a nuestro amado 0 y quitarle todo valor.
Por si no nos hemos dejado entender, veamos el asunto desde otro ángulo. Los asesinatos de John Kennedy (1963) y Martin Luther King (1968) ocurrieron en la década de los años 60. ¿Correcto? Bien. Las bombas que destruyeron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki (1945) fueron lanzadas en la década de los años 40. ¿Correcto? Bien. El comienzo de la I Guerra Mundial (1914) y la Revolución Rusa (1917) ocurrieron en la década de los años 10. ¿Correcto? Y La guerra ruso-japonesa (1904-1905) y la muerte del Papa León XIII (1904) ocurrieron en la década de los años… hummm. ¿Cómo denominar a esa década? ¿De los años 0 ó 00? No nos parece correcto decir ‘en la década de los años 1900’, porque tampoco decimos ‘en la década de los años 1960’. ¿Nos hacemos los locos como hacen muchos historiadores, escritores, matemáticos, periodistas y otros bípedos pensantes, y nos evitamos, así, meternos en honduras?
Ahora bien, ingresamos al siglo XXI para indicar --otra vez, Andrés-- a los años que van desde el 2000 hasta el 2099. Y seguiremos… con la candidez.
Por último, en algunos países sudamericanos (en Centro América, concretamente), lo que nos pareció correcto en un primer momento, los pisos de sus edificios no están numerados como entre nosotros. Allá se dice piso 1 al que para nosotros es el piso 2. Y lo que para nosotros es el piso 1, allá se dice ‘primera planta’. Pero evitan referirse al piso 1 como ‘segunda planta’. Esta no existe, o sea, hay primera pero no segunda planta. Es decir, tienen primera planta y piso 1. ¿Se concibe mayor candidez? Lo correcto, nos parece, sería piso 0 y piso 1.
Lo que nos lleva a pensar, como decíamos líneas arriba, que en esos países también se aceptó esta forma de numeración, sin analizarla detenidamente… o sin darse cuenta.
SOS: ¿alguien nos puede sacar de este enredo?
A mediados del último año del siglo pasado (El Peruano, 17.6.99) nos preguntábamos qué íbamos a celebrar la noche del 31 de diciembre de ese mismo año: la llegada del año 2000 o el ingreso al nuevo milenio. El dilema se resolvió en forma salomónica: casi todo el planeta se preparó para celebrar ambos acontecimientos, con la mayor pompa y fastuosidad posibles. Nos preguntábamos entonces si el siguiente año se volvería a repetir la celebración. Y seguíamos en la luna.
En nuestro concepto todo se debía a la confusión inicial, cuando se aceptó sin problemas la numeración decimal teniendo como primer dígito el número 1 y considerando sólo a los números que ‘cuentan’. Se les antecede el 0, pero éste sin ningún valor; es decir, sin considerársele como el primero de los dígitos. Esta propuesta de los antiguos matemáticos se aceptó a rajatabla, y nadie, hasta hoy, se atreve a enmendar la plana, porque traería más complicaciones que las generadas por el Problema Informático que se presentó al inicio de nuestro siglo. Expliquémonos mejor.
Cuando estudiábamos en la universidad, alimentándonos con sopa de letras, tuvimos oportunidad de polemizar con un destacado ingeniero, que navegaba en un mar de números. El tema fue la importancia del número 0, el cual, en nuestro concepto, debía ser el primer número de la escala matemática, y no el 1. Nunca nos pusimos de acuerdo, pero hoy insistimos.
A nosotros nos enseñaron a contar 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9… y 0. Sin embargo, después nos dimos con que cuando ‘contábamos’ en forma regresiva, como hace la NASA cuando lanza sus naves al espacio, decíamos: 5, 4, 3, 2, 1… 0, y recién entonces se empieza a actuar. Si el 1 es el primer número, ¿por qué se llega a 0 en estos casos?
(Además, si ‘no vale nada’ por qué decimos ‘empezar de cero’, por decir de la nada, desde un principio. ¿Por qué no decimos, para estar de acuerdo las normas matemáticas, ‘empezar de 1’?)
Y como el 0 no vale nada, ni sirve para contar, cuando se tuvo que enumerar los años de vida, y por consiguiente los siglos que transcurrían, se le ignoró olímpicamente. Y el asunto, ahora, se nos ha hecho un sancochado al que nadie se atreve a hacerle frente. Y se nos hace un mundo explicárselos a nuestros hijos. Continuemos, a ver si nos dejamos entender.
Nuestro calendario se inicia con el nacimiento de Cristo. Bien. Desde ese año hasta el 99 ó 100 (¿ por qué no 00?) transcurrió el primer siglo de nuestra era. Pero no se dice que es el siglo 0. A esta primera centuria se le denomina siglo I. (Ojo: al 0 se le llama uno, pero en romanos.)
A los años que van del 100 (o 101) hasta el 199 (ó 200, hasta su último milésimo de segundo) se le denomina siglo II. Y seguimos así hasta hoy. Lo que lleva a preguntarnos, sin hallar explicación satisfactoria, por qué llamar uno a lo que es 0; dos a lo que es 1; veinte a lo que es 19, y veintiuno a lo que es 20. La trampa, o supuesto error matemático, se oculta en la numeración con dígitos romanos.
En el caso actual, contando como se hace, en el siglo pasado estuvimos viviendo efectivamente el vigésimo siglo y lo denominados siglo XX. Pero era para referirse a los años 1900, es decir, llamamos veinte a lo que es 19. Así como llamamos quince (o XV) a los años 1400. Tamaño despropósito. Todo por seguir ignorando a nuestro amado 0 y quitarle todo valor.
Por si no nos hemos dejado entender, veamos el asunto desde otro ángulo. Los asesinatos de John Kennedy (1963) y Martin Luther King (1968) ocurrieron en la década de los años 60. ¿Correcto? Bien. Las bombas que destruyeron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki (1945) fueron lanzadas en la década de los años 40. ¿Correcto? Bien. El comienzo de la I Guerra Mundial (1914) y la Revolución Rusa (1917) ocurrieron en la década de los años 10. ¿Correcto? Y La guerra ruso-japonesa (1904-1905) y la muerte del Papa León XIII (1904) ocurrieron en la década de los años… hummm. ¿Cómo denominar a esa década? ¿De los años 0 ó 00? No nos parece correcto decir ‘en la década de los años 1900’, porque tampoco decimos ‘en la década de los años 1960’. ¿Nos hacemos los locos como hacen muchos historiadores, escritores, matemáticos, periodistas y otros bípedos pensantes, y nos evitamos, así, meternos en honduras?
Ahora bien, ingresamos al siglo XXI para indicar --otra vez, Andrés-- a los años que van desde el 2000 hasta el 2099. Y seguiremos… con la candidez.
Por último, en algunos países sudamericanos (en Centro América, concretamente), lo que nos pareció correcto en un primer momento, los pisos de sus edificios no están numerados como entre nosotros. Allá se dice piso 1 al que para nosotros es el piso 2. Y lo que para nosotros es el piso 1, allá se dice ‘primera planta’. Pero evitan referirse al piso 1 como ‘segunda planta’. Esta no existe, o sea, hay primera pero no segunda planta. Es decir, tienen primera planta y piso 1. ¿Se concibe mayor candidez? Lo correcto, nos parece, sería piso 0 y piso 1.
Lo que nos lleva a pensar, como decíamos líneas arriba, que en esos países también se aceptó esta forma de numeración, sin analizarla detenidamente… o sin darse cuenta.
SOS: ¿alguien nos puede sacar de este enredo?
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